Hoy me he despertado con una inexplicable
sensación de precipicio,
el borde de mi cama
era una obscena invitación al suicidio.
Mi cabeza es una verbena
que ofrece ecos de un pasado marchito,
versos que naufragan
y poemas que son apenas alarido.
Hay días que no merecen la pena
y mucho menos la alegría,
hay días en los que muero en tu recuerdo,
días que se visten de rutina.
Existen los poemas, y existe la poesía,
los poetas somos parias y suicidas,
nos enamoramos de un sueño
conscientes del absurdo del empeño.
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