martes, 25 de enero de 2022

Las exequias de la imaginación

No lamento el tiempo

que horada nuestras vidas,

que hace y que deshace,

que hiere y cura las heridas.

Vivimos a pecho descubierto,

volamos sin paracaídas,

corazones lanzados al aire,

versos ebrios de tinta.

Urdimos planes secretos

que huelen a vida de veras,

le robamos un instante a la muerte

y ya nos pensamos eternos.

Los dioses permanecen impávidos

y poco a poco asistimos a las exequias

de la imaginación,

un eco de nadie,

un epitafio en blanco.

Perdemos a veces el norte y la razón,

y asirse es fútil,

una locura propia de un artista insolente

que insiste en su despropósito

soberbio y altivo,

que escoge la dignidad de la derrota

y sonríe, zozobrando,

porque vivir es un arte.

No lamento el tiempo

que invierto en tu sonrisa

porque aunque no nos lleve lejos

este viaje maravilla

hemos surcado mares y atravesado desiertos,

hemos tocado fondo y hemos besado el cielo.

Y si tengo que elegir,

me vuelvo a quitar la camisa.