martes, 27 de marzo de 2018

La batalla

Lázaro, levántate y anda,
que la muerte
no le gane a la vida
esta batalla.
Terribles son los desiertos que cruzamos
persiguiendo espejismos 
sin un buen beso que humedezca la boca,
que redima la existencia.
Funestos los naufragios
en aguas siempre gélidas
persiguiendo sirenas
que te comen el alma
y te comen las ganas.
Paisajes invernales
que ofrecen silencio
y un amplio abanico de metáforas
para pintar otro fracaso
que huela a obra maestra.
Sin embargo, 
no sabemos morir.
Permanecemos extáticos
buscando una caricia,
ese recuerdo imaginado,
la palabra de aquel poeta.
Nos aferramos a un tal vez
y boqueamos.
Nos inventamos un tal vez
y respiramos.
Lázaro, no claudiques de viejo,
no empeñes la pluma,
no firmes la baja.
Al fin y al cabo,
no sabemos morir.

lunes, 19 de marzo de 2018

Te sigo

No tengo palabras
que describan el silencio inabarcable
que tu nombre invoca.

La luz ciega
y permanecemos inmóviles,
aterrados.
No pudimos preverlo
ni supimos soñarlo.

Acepto la sumisión
terca y fútil
al espíritu de la rebeldía,
al verso impune,
al tiempo suicida.

Al fin y al cabo,
no nacimos ayer.

Suenan tambores de guerra,
para quien los sepa escuchar,
suenan adagios de paz.

El absurdo se entrevera
inconsistente
y cada paso se hace tibio
y reverbera.
Urge el instante.

Maldigo al espejo,
traidor y miserable,
que revela sin piedad,
que destruye sin ambages,
ahora
que ni los sueños
sueños son.

Perdemos primero la razón
y olvidamos nuestras metas,
luego perdemos la conciencia
y buscamos la razón.
Ironías de un destino
que nunca jamás existió.

Parco en odios,
en amores y en amigos,
extemporáneo,
adicto al olvido,
camino de la nada,
te sigo.