hace calor,
y la ventana está abierta.
Los gritos de los hijos de los vecinos
inundan de júbilo e impaciencia
las horas interminables del tórrido
hastío
en que se ha convertido este verano.
Yo apenas salgo:
soy alérgico al sol,
alérgico al tiempo
y alérgico a los niños.
Sin embargo abro las ventanas,
el aire fresco y limpio
del mar de la mañana
hace bien a mi pulmón marchito.
hace calor y hoy es domingo:
la ciudad solo escupe vacío
y los semáforos maldicen su mala suerte
perpetuando un rojo hecho de sangre.
un transeúnte,
que pudiera ser yo
pero eres ciertamente tú,
se derrite bajo una marquesina
inexistente
a la espera de un autobús que nunca
llega,
y se ensaña con la vida.
hace calor,
y la sed impone su ley
en este desierto,
verde y en llamas.