ya no sé sangrar,
solo callo lo que digo,
y me corro
derramando nada.
Las quimeras
son seres mitológicos
y llueve afuera.
No hay ventanas
tras las que guarecerse
y todo el frío se instala.
Los corazones apenas laten
y el eco de su silencio
reverbera
al compás de marchas fúnebres.
camino contra un viento
que corta y calla,
pierdo norte y asideros,
y me diluyo entre una niebla gris
que anonada.
Decrépitos se antojan los sueños
que languidecen
sitiados por una inmensa pesadilla.
¿Adónde mirar, que no nos duela?
Las calles pobladas de sombras
chirrían
holladas por zapatos veloces
y temerosos.
¿Y cómo no claudicar al miedo?