A veces el invierno
se impone
y el silencio
de los pájaros ausentes.
El verso se enroca
en estas calles
que no saben callar
su miseria.
Voces, mientras tanto,
insulsas pregonan
el impetuoso sabor
de las fresas a destiempo.
Los alaridos de Munch.
El vacuo lujo de Lempicka.
La cordura de Dalí.
El jardín de las delicias.
Ciertas oscuras golondrinas,
el deseo enfermo de realidad
y el enésimo recoveco
de este laberinto sin salida
que solemos llamar hogar.
Vendemos humo
viendo el mundo arder
con una cerilla en la mano.
El suicidio
o
el arte.