desde que te has marchado,
y mi vida languidece
en un miércoles eterno
empeñado en consumirme.
Siempre las noches
se parecen en tu ausencia:
apenas un páramo
que invita al insomnio
y al sueño en vela.
Los días se suceden,
ávidos de doblar una esquina
y encontrarse con un viernes,
con un viernes azúcar,
con un viernes sal,
con un viernes tequila,
y dejarse vivir incendiados,
y perder el alma y el sentido,
y besarte
entre el ombligo y las rodillas.
Mis minutos perecen sin tu risa,
se suicidan uno a uno en procesión,
mi veneno es tu recuerdo,
tu veneno es mi poesía.
Salvo el verso del "sueño en vela" que me parece redundar el anterior del insomnio sin aportar nada, me ha parecido un poema potente y delicado a la vez.
ResponderEliminarLa estrofa de la avidez por ese viernes multiforme, destacable.
Pasé un buen rato leyéndote, Álvaro.
Buen viernes.
Namasté.
Gracias por tus palabras, Morgana.
EliminarRealmente quise indicar que no es lo mismo no dormir que soñar despierto, pero a mi también me hizo dudar.
Un abrazo ;)