viernes, 30 de agosto de 2013

Silencios suicidas



Sentimos un frío penetrante y asesino
cuando, con los pies descalzos
y los maltrechos corazones en el bolsillo
nos dijimos adiós y nos besamos.

Todos los finales huelen a entierro,
con sus lágrimas negras contenidas,
océanos de silencios suicidas,
y el diablo presidiendo el duelo.

Anoche, como un lobo solitario y hambriento
salí a declarar mi amor a una luna ausente,
a desgarrarme un pecho impenitente,
a matar, nocturno y alevoso, el propio reflejo.

Anoche salí a buscarte,
y solo encontré tu ausencia
anunciada en los escaparates,
borracha en todos los bares,
follando en baños sin puerta,
celebrando con farlopa los cuarenta
escondida en un oscuro garaje.

Anoche me inventé otra excusa
para levantarme hoy
e ir sobreviviendo,
para continuar con la impostura.

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