martes, 27 de agosto de 2013

El andén



Ella se giró una vez más,
para cerciorarse de que él seguía allí,
con los ojos arrasados,
perdiendo otro tren.

La huida es más sencilla
cuando se niega el amor,
cuando se construyen muros
y se defienden las fronteras.

Acomodada ya en su asiento
se pregunta si era cierto,
si sus besos, los de él,
eran de cal o eran de arena.

Se observa las manos vacías
mientras crece su desconfianza,
perder absolutamente todo
no es lo mismo que no ganar nada.

Mientras tanto él la ve partir,
sentado en el andén, fumando,
acostumbrado a ver la vida desde fuera,
a lidiar los toros desde la barrera. 


2 comentarios:

  1. No por cotidiano menos dramático. Dicen que siempre sufre más el que más ama o el más dependiente ¿no?. Vete a saber.

    Cuántas escenas como esta se ven con el trasiego vacacional en todas las estaciones.

    Sigo diciendo que tienes espíritu rimador, te tira la música, Álvaro.

    Namasté.

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    1. Los andenes y los aeropuertos siempre me han parecido lugares inquietantes, de reencuentros cálidos, despedidas amargas y soledades multiplicadas. Hay tantos poemas allí como miradas perdidas.

      La música y el verso me parecen algo muy próximo, sí...

      Gracias siempre por tu atención Morgana.

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