Las ciudades engullen transeúntes al paso,
deshumanizan y agreden,
vomitan soledades multiplicadas,
que enferman y languidecen.
Los amores se marchitan también en primavera,
se agostan en abril
ávidos de un sol ausente por decreto,
sin aliento que los mime.
Las ambulancias trafican con la vida y la muerte
como si la eternidad se concentrase en un instante.
El disco verde anuncia una tregua.
Los poetas se piensan a salvo inmóviles en sus pedestales,
cronistas de nada,
ajenos a todo,
ensimismados buscando una palabra que no existe.
La ciudad sigue bullendo y siempre es de noche,
y la noche es terca y es oscura.
Los neones anuncian de saldo la tiranía
que sí nos supieron vender
iluminando nuestro hastío.
Abre los ojos, y disfruta.
Es eso o el suicidio.
Lo pones difícil, poeta, pero yo casi prefiero 'eso'...
ResponderEliminarBicos.