miércoles, 7 de mayo de 2014

Morosos

La vida es una mierda la mayor parte del tiempo. Es un secreto a voces. Cuando te quieres dar cuenta has metido tanto la pata que ya no hay remedio, y de todas formas la alternativa tampoco es halagüeña.
Primero toca soñar, supuestamente. Pero sueñas y por supuesto te desvías, ¿cómo no te vas a desviar? Soñar es desviarse. Ah, pero si te desvías te introducen rápidamente de nuevo en la senda… y mejor por las buenas, si te da por ponerte rebelde las cosas se pueden poner muy difíciles. A veces a uno lo despiertan pronto.
Después te atosigan con una retahíla de razones, argumentos de todos los colores, te ofrecen un mundo que brilla allá, en el horizonte. Y caminas. Y caminas. Y sigues caminando. Y el camino no es de rosas sin espinas. Los zapatos siempre aprietan, la talla nunca es la correcta y otra vez la misma puta piedra. ¿Cómo mantener los mitos?
Para cuando quieres reaccionar la verbena te rodea. Todo es ruido y gente y fiesta. Tu lamento desentona y su estridencia se solapa con el frenesí que impera. Y pagas el precio de la entrada, y te endeudas con perros y con gatas creyendo aullar a la luna y bendecir tus siete vidas. Pero la verbena siempre acaba y deja tras de sí un silencio sepulcral, más profundo y más oscuro que el silencio habitual.
Todo está escrito con palabras sagradas: “No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”, y “convidado de piedra”, añadiría, aunque el invitado siempre paga en esta mesa, incluso si come aire. Y las deudas acechan.
Hay deudas de sangre, contraídas por amores y odios, deudas compartidas a partes siempre desiguales, y tú de nuevo con la mejor parte (léase ironía).
Hay deudas de carne, de la carne infecta que comes y de la carne exquisita que vendes, ¡y te visten de princesa!
Hay deudas de hambre, nunca satisfecha, de ser algo más que un número que se tambalea, de existir y huir del vacío, de aquel silencio de verbena.
Y las deudas siempre crecen.
Y siempre se pagan, de un modo u otro.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias Lauriña! Me alegro de que te haya gustado. Pero no olvides de que, a pesar de todo, merece la pena. ;)

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