miércoles, 13 de abril de 2022

Seguir siendo poeta

Si tuviera que despedirme ahora

no sabría por dónde empezar.

 

¿Cómo decir algo que importe

cuando el poema se dibuja

nítidamente

como una sucesión de silencios

encabalgados?

 

¿Cómo seguir siendo poeta?

 

Los amaneceres repiten su soniquete

tras otra noche de lujurias clandestinas

que no sacia soledades,

y cada mochuelo se retira a su olivo

con el estómago lleno

pero enfermo de vacío.

 

Los sueños languidecen 

cuando pierdes la memoria

y ya nada te sabe dulce;

cuando el presente se desdibuja

y vivir es un recuerdo

amargo que aturde.

 

No podemos volver atrás

y ser otros,

porque somos los que fuimos

para siempre,

apenas un instante

insulso y vano.

 

Todos los castillos acaban por derrumbarse,

asediados por la vida,

y los caminos otrora transitados

ofrecen un silencio sepulcral

y sendas que se desdibujan

entre pasto del recuerdo

y malas hierbas.

 

Nadie vive a salvo,

por mucho que se esmere,

de probar las dulces mieles de la derrota

y el desamparo.

Y todos danzaremos con la muerte,

más tarde,

o ahora.

 

Dios ha muerto

y descarto volver a verte,

sé que tus manos no volverán

a guiar mis pasos

vagamundos,

y en mi pecho hueco

no resonará tu voz.

 

¿Qué decir

cuando decir adiós no existe?

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