sábado, 2 de abril de 2022

Estaciones de paso

[El lunes, 28 de marzo, falleció mi abuelo. Tenía 97 años y una vida larga y plena a sus espaldas. Verle apagarse ha sido una de las experiencias más tristes que he sufrido. Para mí fue como un padre. Eso significa que ya he enterrado dos. La soledad y el camino esperan.]


Hoy siento frío

y no quiero escribir,

aunque escribo.

Ante mí un tiempo agreste,

un teatro vacío,

un silencio indeleble;

a mis espaldas, lo vivido.

 

Los paisajes amados

ya no serán los mismos

que descubrí de tu mano

cuando era apenas niño,

un mundo de sangre y de barro,

de trabajo duro y de cariño,

aquel mundo tuyo

que ahora es mío.

 

Lato acompasado

al son de tu reloj,

heredero de tu nombre

y de tus labios, 

parcos y sabios,

heredero de tu amor.

 

Tú viniste, viste, lloraste,

sufriste, reíste y follaste,

cantaste, mentiste,

perdonaste, amaste

y venciste.

Así sí se puede morir.

 

El tren se dispone a partir,

por nadie espera,

conviene ser puntual

y no quedarse en tierra.

 

Gracias, me decías 

cuando te besaba;

gracias, te digo 

por haberlo permitido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario