baila un tango con el tiempo
besando la tierra a cada paso,
derramando lúbricos sueños.
Tu cuerpo estremece,
genera principios,
embriones de amores posibles e imposibles,
retazos de locura.
Tu cuerpo desordena,
es sujeto, es objeto, acción y circunstancia,
una hipérbole de lo sagrado,
una ironía, una paradoja, una metáfora.
Lázaro, levántate y anda.
Mi cuerpo es tinta derramada en la contemplación,
una sonrisa extática,
un guiño al desamparo,
una herejía al dios amor.
Mi cuerpo es una ofrenda al instante,
otra manera de huir de la poesía.
Hermosos versos, Álvaro, sin impostura, desnudos.
ResponderEliminarMe pregunto si esos dos cuerpos que hablan lenguajes tan distintos, bailarán juntos, algún día, un tango compartido.
Besos.
El tiempo y el azar conspiran a veces con la música argentina haciendo que ciertos cuerpos condenados al desamparo de la ausencia se rocen apenas, y generen alegrías...
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