Mi cuerpo es mi patria,
una tierra seca e insumisa,
capacidad de amor o verbo,
alergia al ocultamiento.
Mi cuerpo colisiona con otros cuerpos:
las galaxias.
Hay cuerpos celestes,
cuerpos que brillan e inundan
de una luz germinal
los atónitos telescopios
que se afanan en escudriñar
fragmentos de tiempo,
fragmentos de nada.
Hay cuerpos inmóviles,
acechantes,
ávidos de palabras
que engullen hasta el último punto,
otro agujero negro.
Hay cuerpos mutantes,
híbridos,
medio minerales,
medio vegetales,
medio animales medio-pensantes.
Existen cuerpos como catedrales,
con sus cúpulas de oro, de mármol o vidriadas,
las columnas esbeltas rematadas en capiteles
de extraordinaria belleza, volutas, arquivoltas,
y en el centro un altar para arrodillarse,
y un órgano majestuoso para dar voz a la carne.
Existen cuerpos como cárceles,
cuerpos que sollozan sangre en silencio,
escondidos en sus cuevas,
y sueñan la libertad o la muerte.
Del choque a veces surgen destellos.
A menudo solo un eco.
Mi cuerpo es mi patria,
cada día lo mancillo,
golpe a golpe con él muero,
verso a verso con él vivo.
"Del choque a veces surgen destellos.
ResponderEliminarA menudo solo un eco."
Pero qué bien escribes, poeta.
Y tú qué bien me juzgas... invariablemente.
EliminarSiempre muy agradecido de tu atención Cris!
Por aquí estoy, leyéndote. Éste me ha impactado a todos los niveles, incluso al arquitectónico (ríome). Es como esa imagen inquietante de la gárgola pensativa en cabecera de blog.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho también, el eco de la rima final quizás porque es algo que yo practico con frecuencia cuando trabajo verso blanco, por dejar la música flotando en el aire,
Mi cuerpo es mi patria,
cada día lo mancillo,
golpe a golpe con él muero,
verso a verso con él vivo.
y que en este caso resulta casi axiomático.
Un placer que voy a repetir, Álvaro.
Namasté.
Hola Morgana:
EliminarMe halaga tu lectura y tu comentario: el tiempo nunca vuelve, y usar el tuyo en ojearme y hojearme es una atención que no merezco, pero agradezco.
Creo que la vida en sí es inquietante (afortunadamente), y que nos empeñamos en escudriñar siempre la misma profundidad insondable (nuevamente afortunadamente) como seres de piedra que no existen más allá de sí mismos... La poesía no tiene razón de ser pero es, como nosotros...
Un gusto. Y no es por pelotear, pero me gusta tu verbo, cómo dices, pero también lo que se intuye detrás.
Abrazos.