¿Quién eres?,
me preguntó desde su atalaya.
Soy aire que vibra, apenas una voz.
Una voz hilarante que escribe muecas obscenas sobre
el espejo,
como un mimo teñido de vaho.
Un reflejo de un reflejo de un reflejo previamente
deformado.
¿Pero
quién eres?, repetían sus ojos tristes sin cesar.
No hay
salida. Solo puertas cerradas, inquisitivas y siniestras.
Todos los
pomos arden y muerden al menor movimiento.
Yo soy
aquello que se oculta detrás, acechante.
Una
pesadilla naciendo de un sueño, otra promesa muerta.
Sí, ya. Pero no se aún quién
eres. Su cuerpo escupía, gritaba escorzándose.
Solo
respiro.
Respiro y
respiro.
Y a veces
susurro palabras,
como si
algo tuviera sentido.
construyendo
mi paz en tu ausencia,
bebiendo
cicuta y suicidio.
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