A mis compañeros.
¿Tú me preguntas por
qué enseño?
Enseño porque sí, porque respiro y como y bebo.
Enseño porque vivo.
No te equivoques. No es álgebra, ni trivium ni quadrivium.
Es el hálito del hombre.
Es enseñar a respirar, a caminar y a hacer mapas,
mapas propios e importantes,
que dibujen los caminos seguidos y abandonados,
un repertorio de sueños, un diccionario de dudas,
y apenas un par de respuestas,
un asidero al que aferrarse.
¿Tú me preguntas cómo
enseño?
Enseño como tú, amando la vida en cada palabra,
sintiéndome libre aun estando preso,
obviando lo urgente e inventando lo importante,
generando,
imprimiendo corazón, con los ojos abiertos,
y las manos dispuestas a ayudarte.
Nuestro amor es eterno.
Genial, Álvaro. Lo he leído varias veces y cada vez me gusta más. Tú enseñas; yo aprendo.
ResponderEliminarY viceversa.
ResponderEliminarGracias Cris.