Te irás,
como todos nos vamos,
dejarás las paredes blindadas de fotografías,
tres gotas de esmalte y el parquet malherido,
olor a tabaco y un aire de nido.
Te irás y me dejarás,
enfrentado a tu ausencia y a mi peor enemigo,
solo ante mi reflejo deformado en un espejo
como un clavo anhelante esperando su martillo,
como un cero a la izquierda.
Pensaré en ti cada mañana,
enredado entre los pliegues de mi cama,
con la mano.
Pensaré en ti, como ahora te olvido.
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