A Fiya, el día de su boda
El tiempo, amigo,
ha ido pasando,
cubriendo
nuestras huellas con la arena del tiempo,
fundando su
futuro en los cimientos del recuerdo,
volviéndonos
locos de amor,
enajenados de
sueños.
Tropezamos juntos
en todas las piedras del camino
escribiendo
—fuenteovejuna— las derrotas que elegimos,
sonriendo, pues
sabemos del absurdo de estar vivos.
Fuimos viento
fresco por las calles de agua
en las noches de
invierno privadas de alba,
nobles de baja
estopa los lunes por la mañana.
Nos vestimos de
héroes en nuestra propia tragedia,
conscientes de la
muerte a la vuelta de la esquina,
impostando el
alma para engañar a la miseria,
brindando con
fuego por las entrañas de la vida.
El tiempo, amigo
mío, quizá bifurque nuestros pasos,
quizá eternice
los silencios,
quizá borre los
secretos,
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