Me siento como una virgen ante su primera verga,
anhelante,
en plena disposición para el placer,
rebosante
de un terror moribundo,
en tensión.
Estoy presto a todo adjetivo,
dispuesto a cualquier mentira imaginable o no,
expectante,
ávido de nombrar, erecto,
en cuerpo y sangre.
Voy enajenado a la locura, arrojando sátira,
buscando culos que doblegar
con una sonrisa amarga
y no sin cierta dosis de ironía,
derrapando en cada curva.
Y como una virgen ante su primera verga,
como un poeta ante la infamia,
cierro los ojos de dolor y resentimiento
al sentir sólo mi culo doblegado,
y vacío en un papel en blanco.
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