Quedamente y en silencio
descubro el sabor indómito
que el tiempo tiene entre tus brazos,
mientras el verano fluye.
Te observo distraída
y floreces sin más
ante mi mirada
de polla vieja.
Me dejo llevar
por este aire incandescente
que aglutina mis deseos
en un solo ser.
Disfruto.
Respiro,
porque respirar es un placer
que no siempre sabemos valorar.
Nunca hace frío a tu lado.
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