sábado, 9 de agosto de 2025

Internales

Me duelen los dedos

de no tocarte

y a menudo maldigo

el vacío rutinario

de este tiempo sintigo,

de esta vida hueca.

 

Los instantes quebrados

multiplican la insolencia

que callas

porque no quieres molestar.

 

Apenas acierto a balbucir

estas palabras

que circunvalan el meollo

del problema,

que se diluyen

sin llegar a ser poema.

 

Si alguna vez tuve talento

lo malgasté

y solo sus ecos reverberan

aún 

cuando encuentro el valor

de nombrar lo inefable.

 

Vivo sin dios,

sin futuro

y con un pasado

terco

que pone su precio,

siempre demasiado alto.

 

Nunca llegaré a ser poeta.

Nunca dejaré de ser poeta.

 

Cuando te vayas

recuerda cerrar la puerta.

Fuese y no hubo nada.

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