miércoles, 5 de marzo de 2014

No hay romería...

a Pepa, el amor de mi vida
Cierra las persianas,
me gritan tus ojos entreabiertos.
Y yo solo encuentro lágrimas.

Tus manos secas,
acostumbradas al desamparo del cicerone anónimo,
se muestras torpes y sin luz,
incapaces de sostener el aire.
Tu boca antaño lisonjera
que era manantial de verbo exótico y dulce,
de la más sutil prudencia,
se agosta y escupe a penas estertores.

Yo habré de aprender la vida inhóspita del hijo malcriado,
enfrentado a la ausencia.
Me estrellaré contra el muro del recuerdo
para fundirme en él,
sin algarabías.

Ve cerrando las persianas,
susurras.

4 comentarios:

  1. Ohhh vaya... puede morir el día, el verbo, la razón, tal vez no haya romería, pero que muera el alma me produce un extraño escalofrío.
    Un abrazo grande Álvaro.

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    1. Solo es un dolor premonitorio… Yo creo que a poco que la tengas, el alma muere a diario y, con suerte, de vez en cuando resucita, como por arte de magia, en un abrazo.
      Besos Raquel.

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  2. Cuánto dolor y emotividad!!
    Me gustó mucho.
    Un saludo

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    1. Muchas gracias Maribel. Los abismos suelen generar palabras interesantes.

      Un saludo, a vuelta de correo.

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