Yo también soy un romero errante,
otro zombi sinsentido,
el impostor de la pluma y el horgumio.
De repente un prado.
De repente tú.
Nada que envidiarle al paraíso,
me llaman el hereje,
y reniego de dios entre tus piernas
arrodillado embocapluvia
ante tu fuente.
Las metáforas me nacen mojadas
elevando a sagrado un canto germinal
que significa la vida y significa la muerte,
y se derrumban los versos entre tus orfelunios.
¡EVOHE!
Gritan mis entrañas entre tus flores.
El pecado no puede ser pecado,
no voy a comprar la culpa.
Laudo tus milagros, ¿ficanza
durable?
Merpasmo.
Acepto tu juego, me juego lo humano.
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