lunes, 30 de diciembre de 2013

Virgen Blanca

La ha visto,
oculta entre la multitud,
resplandeciente y blanca,
caminando, con aire de desdén,
apenas rozando la vida,
como Venus extática.
La ha paladeado
desde un turbado silencio,
tatuando su imagen divina
en lo más profundo de su entraña,
parapetado tras un océano
de palabras que saben ser deseo.
La ha soñado,
recorrido y recreado
repitiendo un placer estético
que reverbera y amamanta,
albergando un halo de luz,
un resquicio de esperanza.
Le importan un bledo sus pecados,
el poeta ve una Virgen exultante,
a Gioconda, a Gala desnuda,
un motivo para el arte,
para llenar de sangre los tinteros

y barrer el excedente de tristeza.


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