Errar impenitente por los arrabales de la cordura,
como un ave eternamente peregrina,
esquivando espejos,
rompiendo espejos,
vomitando dolor a borbotones,
enajenando miradas,
se antoja un motivo insuficiente.
La huida solo ofrece agua salada,
y estoy sediento.
El pasado funda flores de luto,
tempus fugit,
locus eremus y amoenus se confunden,
y mi casa huele a cementerio.
El futuro es un espejismo certero,
un reflejo anonadado,
el recuerdo de un recuerdo.
No tengo excusas,
ni razones ni razón,
solo la rutina alimenta mis versos,
manidos e insignificantes.
Y la belleza, más que suficiente razón para tus versos. Precioso!!!
ResponderEliminarme gusta todo menos el último verso, si sigues así voy a tener que memorizarte.
ResponderEliminarGracias Ana, pero lo de memorizarme ni de broma, qué manera tan absurda de ocupar la memoria... No sabes lo mucho que me halagan tus comentarios.
EliminarBesos.