Has caminado un millón o más de kilómetros
sin ceder al desaliento y a la fatiga,
sin descanso buscando caminos
que no se dirigieran siempre a Roma.
Han construido puentes y levantado muros
para perseguirse o esconderse,
según sople el viento,
según bata la marea.
Puentes que cruzar sin orgullo siempre a pie,
muros para escribir verdades o partirse la crisma,
latidos de humanidad.
Inmisericordes.
Has escrito versos y palabras como humo,
como hollín de chimenea,
palabras arrancadas a la garganta,
rojas de sangre, negras de brea.
Han nombrado el mundo,
un millón o más de nombres que se ensartan,
se recrean y enlazan, en un baile erótico
de sueños disfrazados de sabiduría.
Nombres para desnudar y vestir,
nombres para blandir y esgrimir,
metáforas de la muerte.
Respiraciones.
Has descubierto el vacío
que se oculta tras la nada.
Bienvenido a la tercera persona del plural.
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