Un hombre inocente se enfrenta al espejo
atormentado por las dudas,
carcomido por las sospechas,
y se descubre condenado capital,
desahuciado hombre inocente.
Un hombre inocente vestido de lunes
mecánicamente se aproxima a una
ventana
vacío
una vez y otra pensando en el suicidio.
Un hombre inocente se siente juzgado
por crímenes lejanos y cercanos,
por faltas y deslices que sueña,
por lo que calla, por lo que dice,
por aquello que ya ha soñado.
Un hombre inocente se apaga,
candil sin aceite, y crece, crece,
crece la culpa, nace el rencor.
Un hombre inocente desahuciado,
condenado,
se resiste,
y vestido de lunes se enfrenta al espejo,
se juzga,
se escupe,
y se grita: HOY NO.
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