lunes, 13 de julio de 2009

La noche


En las sombras de la noche se esconden mil historias para no dormir;
rostros fugitivos de vida que ocultan su desencanto, intentando redimir el día en la absurda y atestada barra de otro antro poco limpio;
mujeres, hombres e indecisos vendiendo flores marchitas, ajadas, cercados por la desesperanza y la derrota;
mascotas que pasean a sus dueños autómatas oliendo mierda ajena;
sanguijuelas en busca de alimento bailando frenéticamente al ritmo de las sirenas de la policía;
ojos en vela, atormentados por el dolor de mirar y mirar;
y yo.

Afortunadamente sé que estás ahí, eterna, inmóvil, permitiendo la existencia, protegiéndonos del alba, con tus sombras y tu nada;
que en tu lecho se veneran mil cuerpos, entregados a ti, extranjeros al dolor de mirar;
que en tu misericordia se teje la vida, señora, madre de todo bien y todo mal, madrina de los recuerdos que no se olvidan;
y que cuando piensas que nadie te ve flirteas, descarada, con don Mañana, dejándote ver las entrañas.

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