En las sombras de la noche se esconden mil historias para no dormir;
rostros fugitivos de vida que ocultan su desencanto, intentando redimir el día en la absurda y atestada barra de otro antro poco limpio;
mujeres, hombres e indecisos vendiendo flores marchitas, ajadas, cercados por la desesperanza y la derrota;
mascotas que pasean a sus dueños autómatas oliendo mierda ajena;
sanguijuelas en busca de alimento bailando frenéticamente al ritmo de las sirenas de la policía;
ojos en vela, atormentados por el dolor de mirar y mirar;
y yo.
Afortunadamente sé que estás ahí, eterna, inmóvil, permitiendo la existencia, protegiéndonos del alba, con tus sombras y tu nada;
que en tu lecho se veneran mil cuerpos, entregados a ti, extranjeros al dolor de mirar;
que en tu misericordia se teje la vida, señora, madre de todo bien y todo mal, madrina de los recuerdos que no se olvidan;
y que cuando piensas que nadie te ve flirteas, descarada, con don Mañana, dejándote ver las entrañas.
rostros fugitivos de vida que ocultan su desencanto, intentando redimir el día en la absurda y atestada barra de otro antro poco limpio;
mujeres, hombres e indecisos vendiendo flores marchitas, ajadas, cercados por la desesperanza y la derrota;
mascotas que pasean a sus dueños autómatas oliendo mierda ajena;
sanguijuelas en busca de alimento bailando frenéticamente al ritmo de las sirenas de la policía;
ojos en vela, atormentados por el dolor de mirar y mirar;
y yo.
Afortunadamente sé que estás ahí, eterna, inmóvil, permitiendo la existencia, protegiéndonos del alba, con tus sombras y tu nada;
que en tu lecho se veneran mil cuerpos, entregados a ti, extranjeros al dolor de mirar;
que en tu misericordia se teje la vida, señora, madre de todo bien y todo mal, madrina de los recuerdos que no se olvidan;
y que cuando piensas que nadie te ve flirteas, descarada, con don Mañana, dejándote ver las entrañas.
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