Blanco, como las páginas
de una vida que no promete nada,
que no engaña,
que se hace y se deshace
y se entreteje.
Verde,
como esta tierra que amamanta
y nutre almas tormentosas,
grises y melancólicas.
Azul como los días laborables,
que se suceden
y no suceden,
parcos en hostilidades.
Amarillo por doquier,
para impostar una sonrisa.
Negros los pensamientos
que también florecen
cuando respirar es inercia
y no se paren versos
que merezcan la pena.
Cuando descubro un océano
entre tu vera y mi vera.
Rojo como los atardeceres
que incendian los vuelos compartidos
de aves peregrinas,
amantes del amor en el camino.
Rosa que me regalas a cuentagotas
y bendice el altar de un deseo
que sabe sanar,
que sana.
Violeta, cuando florezco.
Te quiero.
Mon dieu, eu xa sabía que me pasaba algo, estaba tristeira, sin ganas de nada, e sen atoparlle sentido á vida, o que pasaba era que levaba tempo sen vir por aquí. Querido poeta, cánto ben fas e cánto medras, cando te leo éntranme unhas ganas tolas de sobreescribirte, por qué será? tes iso, amigo, qué bonito!
ResponderEliminarCuánto tiempo, Ana!!! ¿Todo bien? Que sepas que me abrumas un poquito, cuando te dejas caer por aquí...
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