Soy adicto a la huella de tus besos,
a los huecos de tus manos,
a tus denodados silencios
y a tus versos trasnochados.
Te probé.
Sabía que iba a pasar,
y te probé.
Soy adicto a volar entre tus brazos,
a tu saliva derramada por mi verga,
a tus pechos desnudos y salados
y al intenso sabor de tu entrepierna.
Te probé.
Consciente del abismo.
Y todavía quiero más.
Si aún así la vida se venga
y me deja en los huesos
persiguiendo quimeras
que no llegan a sueño,
pensaré,
nuevamente insumiso,
¿Quién quiso vivir para siempre?
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