De tu lozano andar no resta nada,
el tiempo se ha incautado tu belleza,
ladrón de guante blanco y ligereza
que ha olvidado hurtarte la mirada.
Hoy con tu aspecto de historia cansada,
verso sin palabra, acto con pereza,
saludas a la joven que comienza
el final de tu novela desalmada.
Ni en un soneto ya
tu gracia puede ser cantada,
él lo sabía:
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
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