miércoles, 17 de mayo de 2017

Un poeta exangüe

Hay personas que se sientan
en las terrazas que visten los bulevares
y observan el mundo suceder,
quedamente.
A veces apartan la vista un instante
y se recrean en su café,
siempre solo,
siempre amargo,
y piensan vaya usted a saber qué.

La ciudad se ofrece,
caleidoscópica,
a quien la quiera mirar,
coqueta y distinta,
ficticia y fugaz.

Hay quien corre y se apresura,
ávido de estar ávido,
en el afán de devorar vida,
aristócratas de un reloj
que creen rolex,
pero es de arena,
y corre.
Insulsa derrota.

Hay profetas del desamparo,
vendedores de milagros
y de drogas,
tanto monta,
monta tanto.
Su clientela se arrodilla
y reza o chupa.

La ciudad esconde ventanas
que siempre acechan,
jueces y parte de una miseria
que se oculta, que se derrama
y se tropieza
con mi terca mirada.

Hay quien dice,
y existe tras un murmullo
que sueña ser aire,
una palabra hueca,
un fuego en arrullo,
un poeta exangüe.


No hay comentarios:

Publicar un comentario