sábado, 22 de enero de 2011

El viajero caminante

El río es ancho, la corriente ruge
y escupe indiferencia disfrazada de agua brava,
los puentes derruidos observan distantes
al viajero detenido y su frustración.

La historia es impasible, no tiene enemigos:
todos los triunfadores perecieron,
todos los imperios se derrumbaron,
todos los amores se extinguieron.

El tiempo es solo una palabra que se agota,
un espejo que no devuelve nunca la misma mirada,
una excusa para no volver el rostro
y petrificarse de pena y de vergüenza.

El caminante a veces sabe valorar la belleza,
descubre sueños en los remolinos de muerte,
escribe versos de amor a los esqueletos de los puentes
y da vuelta y media, olvida la vergüenza, y marcha.

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