La ventana hospitalaria se ofrece
como un sinónimo de libertad
o de la nada, en ocasiones.
Los murciélagos acróbatas rondan las farolas,
el agua se intuye a borbotones en alguna fuente cercana,
la vida se consume entre el humo
apoyado en el alféizar
de una ventana que me observa
y me devora.
Al fondo el mar,
inerte como yo,
ajeno al vaivén de las olas.
Y muchas palabras que no se atreven a existir.
(Imagen: Salvador Dalí, Muchacha en la ventana)
Y nosotros, carne débil rendidos ante ella...
ResponderEliminary conscientes de su vacío...
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