Los grillos siempre cantan al atardecer,
poniendo banda sonora al amor que regalan las parejas,
que se miran y se miran,
ajenos al tiempo y al frío,
que se toman de la mano y existen sin más,
un antídoto para el desamparo.
Cantan al atardecer cuando una silueta marcha sola,
sin horizonte ni destino,
tiritando de frío y de miedo,
víctima de un tiempo inexorable
que siempre siempre se dilata y obstruye.
Cantan y cantan al atardecer,
sin inquina.
Solo nosotros lloramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario