sábado, 18 de diciembre de 2010

Expresión del desconcierto

Hay un niño anonadado,
enfrentado al abismo de la vida,
apenas consciente del miedo que vendrá.
Es un niño que habla con su sombra,
que multiplica silencio por palabras
y que sueña sin atisbo de normalidad.

Hay un adolescente con las alas atadas,
un dios ya mortal,
el proyecto de un naufragio incipiente.
Es un adolescente por supuesto demente,
hijo de la soberbia y de la abulia
que empieza a intuir el precio de vivir.

El adulto extraviado los observa,
ávido de comprensión y frustrado.
Los recuerdos son un puzzle de piezas tercas,
otros ojos que miran prepotentes
y juzgan desde la impotencia
al imbécil que ha llegado a ser.

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