Porque aún siento
las sombras de tu ausencia,
los ecos de un latido
que ya no quiero oir
y un lamento,
agónico estertor
de una canción antigua
que oculta lo que canta,
que sabe ser dolor,
visita mis entrañas,
recuerda mi derrota,
suplica tu perdón.
Perdóname.
Perdóname y disculpa
mis torpes titubeos,
las dudas exabruptas
que riegan con su cieno
los brotes de un amor
que no pudimos ser,
que no supimos ser.
Ahora el tiempo
impone su distancia
y solo los recuerdos
se atreven a gritar
de vez en cuando,
de cuando en vez,
que un día nos quisimos
como si no hubiera un ayer.
Perdóname.
Perdóname y disculpa
el dolor y las mentiras
que como una enredadera
impregnaron nuestras vidas
cuando yo no supe ser…
valiente.