con el cuchillo entre los dientes ávidos de sangre,
como una jauría de lobos hambrientos acechando a su presa.
No hay refugio, parapeto, baluarte, trinchera que me guarde
de este rencor propio y suicida que me arde.
No se puede correr más aprisa que el tiempo.
Obstinadamente me empeño en esquinazos improbables,
esperanzas que no ofrecen ni su pata por el quicio de la puerta,
un racimo de uvas devoradas.
No hay más salida que la huida indecorosa,
la carrera circular de un pollo tras la guillotina.
No se puede andar más despacio que el tiempo.
Muy agradable...
ResponderEliminarMuchas gracias. Muy amable.
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