lunes, 16 de octubre de 2017

Terra queimada



Huele a infierno.
¿Qué pecado incandescente cometimos?
No vemos más allá de nuestros miedos,
que niegan la esperanza
y vomitan humo negro.
Buscamos un claro que nos deje respirar,
que no ahogue nuestros sueños exánimes,
y no hallamos más que lágrimas
que no fecundan una tierra arrasada
por el fuego de la indiferencia.
Nos observamos.
Miramos un paisaje imposible.
Nos cogemos de la mano.
Apretamos.
Maldecimos.
Lloramos.
Todo para no claudicar.
Y gota a gota,
llanto a llanto,
crecerá nuestra esperanza en suelo seco,
en futuro quemado,
y de las cenizas resurgirán
gaviotas como fénix,
olivos como robles,
amigos como amigos.
Las aguas tornarán a su cauce
y seremos entonces más sabios,
y tendremos también más ganas
de apagar con nuestra llama sus incendios.

sábado, 14 de octubre de 2017

We can be heroes


Todo silencio es acuífero
cuando la luna viste elegante
y el tiempo se contrae
azuzando la nausea.

Los siempre y nunca se atenúan
y reflejan solo la belleza del instante,
como si vivir, como si escribir
fueran actos de rebeldía.

No objetamos por conciencia
ni por miedo, no sabemos
negarnos a ser vuelo,
a ser todo siendo nada,
un sueño que reverbera
al despertar en la mañana
y te endulza la boca,
un final feliz de comedia,
el inicio de una buena historia.

No vinimos a quedarnos,
a ser nombres en libros de texto,
nunca fuimos héroes.
Nunca lo seremos.

Ganamos aquello que perdemos,
la vida apostada a doble o nada
con cara de póker y farol,
un tiempo que fluye y resbala
como arena entre los dedos.

Ya no esperamos el éxito
si triunfar significa una muerte
de jardines y epitafios,
solo postergamos el momento
de entregarnos a una eternidad
que no bese en los labios.

Juntos, asidos de la mano,
sin alas para volar,
ya casi sin sueños,
y sin embargo volamos,
sin embargo soñamos.

martes, 10 de octubre de 2017

Algo nuevo

Indecente,
como el aire que se exhala
cuando el mundo te golpea
la cadera
y te da la espalda.

Absurda,
como un tiempo que crece
y se abandona
a un placer
que quiebra el miedo,
que no urde excusas.

Lunática,
como un Quijano embelesado
y presto al combate suicida
que azuza su caballo,
mira al tendido,
y sonríe.

Esquiva,
como el silencio del rincón
reservado al amor
en los patios de recreo,
siempre presente.

Exhausta,
tras provocar un incendio
que conjura las lágrimas
que paren
el fuego del que nacemos.

Y viva.
Felizmente viva.