Todas las trompetas claman venganza,
y el clamor se hace sangre
que palpita y enardece,
que subleva y limpia
una voz destilada en desamparo.
No cambio de tema.
Sigo ajeno a un mundo que me ignora.
No queda tiempo para otro borrón
y la cuenta desborda impagos.
¿Quién lo iba a decir?
Mis nietos miran,
ingenuos,
condescendientes,
y no ven más que futuro,
y yo callo,
y casi otorgo.
A estas alturas el silencio se impone.
El tiempo se impone
y no queda otro remedio
que mirar hacia atrás.
Y todos los plazos se cumplen,
y todas las deudas se pagan.
Mis nietos hablan,
seguros,
hastiados,
y no veo más que pasado,
y yo callo,
y casi otorgo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario