Los días grises no oscurecen
cuando amanezco a tu lado
y los malos presagios se esfuman,
a merced de un tiempo pasajero
y sin destino.
Y hacemos el amor.
Pago el precio de mi silencio
con saliva derramada por tu espalda
que, como un río de deseo,
fluye y converge en tu vientre
y explota,
sin metáforas que amamanten.
Y hacemos el amor.
Imagino los colores fragantes
de un jardín que se impone
y no cesa,
como un rayo intuido a duras penas
que celebra de nuevo la vida.
Y hacemos el amor.
Bendigo esta música de fondo
que alimenta sueños olvidados
que florecen intempestivos
y bien hallados
cuando todos los abismos cobran sentido.
Y hacemos el amor.
Navego tus mareas
y en tus puertos me hago hombre
marinero de aguas turbias y galernas,
escucho tus cantos de sirena
dispuesto a dejarme devorar,
ajeno a cuentos infantiles.
Y hacemos el amor.
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