sábado, 17 de junio de 2017

Apenas a penas


“Apenas nada, un segundo nada más. Puede que un instante eterno en mi retina, pero algo insignificante para el mundo.

Apenas nada, una mirada furtiva. Puede que un roce espontáneo al que no haya que dar importancia.

Apenas nada, un monosílabo pronunciado sin intención. Puede que un susurro que nadie es capaz de escuchar.

Apenas nada, un encuentro fortuito en cualquier calle. Puede que una decisión tomada casi sin pensar.

Apenas nada, un café rápido. Puede que una conversación estúpida para aligerar el día que acaba.

Apenas nada, una sonrisa silenciosa. Puede que un chiste sin gracia para los demás. Algo pequeño que se podría pasar por alto. Una simple casualidad de tantas. Algo que no esperas y puede cambiar tu rumbo.

A penas, nada... a alegrías, todo.”

Eso fue lo último que me dijo, con una lágrima ardiendo su mejilla.
¿Cómo fue que la perdí?
Apenas un instante antes ella brillaba para mí,
y de repente, como todo en la vida, se apagó.
Se apagaron las farolas que alumbraban el camino,
dejándome perdido, partido, en ciernes.
Se borraron todos los recuerdos que habían de ser y no habían sido.
Se inundaron todos los atajos que intuían un destino.
Se detuvo el tiempo.
Y yo.
Y mi hilo.
Descarrilaron todos los trenes esa madrugada,
incluso los que conducían a ninguna parte,
y yo me descubrí solo,
sin equipaje,
sin sueños,
sin nada.
La vi marcharse,
con su ilusión y su alegría,
y todas mis ganas.

Texto entrecomillado por cortesía de Arantxa Buján Márquez.


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