sábado, 18 de febrero de 2017

Porque volamos




Llueve cuando llueve,
eso pronto lo aprendimos,
y el agua moja el alma.

Nos ha tocado lidiar con la galerna,
besar los labios de la muerte,
perder la sonrisa, y la inocencia,
entregándonos ciegos y breves
a merced del tiempo y la miseria.

Aprendimos a cantar cantando,
como niños que sueñan que viven,
canciones que no recordamos,
recuerdos que nunca redimen.

Desafinamos,
¿qué más da?
La música la inventamos nosotros,
Don Quijote se frota las manos
y Sancho nos tacha de locos.
Más o menos lo esperado.

Además ambos sabemos
que los relámpagos iluminan a veces el camino,
y pintan las baldosas de amarillo,
el corazón es evidencia,
el temor silencio
y el valor se afirma en una mano abierta,
una mano ofrenda.

Es cierto,
no podemos sonar bien
y soñamos sinfonías
que alicatan nuestros vuelos.
Porque volamos.
Porque queremos volar.

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