versos que embriaguen intelectos,
metáforas
que hagan de lo nimio acero,
del acero pecho,
del pecho alma,
del alma fuente que mane
agua tiempo y esperanza,
y yo no tengo aire,
yo no siento nada.
No sé quién eres.
Tu voz es extraña y lisonjera.
¿En qué infiernos demoras tus desvelos?
No sé quién soy.
Mi voz es árida,
y extraña las más de las veces.
Mis infiernos visten de blanco
o regalan reflejos por doquier.
Suplicas que escriba y no sé qué decirte:
se agosta la poesía cuando se intuye el deshielo.
A veces,
cuando cierro fuerte los ojos,
no veo nada.