y no me harto.
Y sí, algo marcha mal,
los amaneceres hieden a obituario,
la esperanza huye,
la candidez deserta.
Apenas ayer soñábamos
escribir los versos más tristes,
más endiabladamente tiernos,
y dulces,
y austeros.
Y no.
Los versos que soñamos
también son de agua,
también son de aire,
se exhalan
y se olvidan.
Para que otras calles
bendigan tu nombre
yo invoco mi silencio,
una ausencia equidistante
y suicida.
Sabemos remendar la historia con un lápiz.
Sabemos vender simulacros.
Lo que nunca pudimos siquiera imaginar
es este a pesar de todo,
este ansia que no cesa,
el instante, insignificante y absurdo,
que media entre el amor y el odio.
No importan las preguntas
si no seducen las respuestas,
en cambio,
si nos seducen las respuestas,
poco importan las preguntas.
Sé que respiro.
Y no me harto.
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