martes, 1 de noviembre de 2016

Nietzsche en un armario


¿Es esto la vida?
Camino meditabundo,
perdido en ti,
sin destino
pero intentando sentir,
inventando anhelos.

Pronto mastiqué la ausencia
y me aferré al néctar de la culpa,
pronto empecé a amar el fracaso.

La infancia fue terror y magia,
el terror de descubrir el mundo,
la magia de descubrir al mundo.
Un paraíso fundado en el recuerdo.

Después, los abismos,
luchar por ser quien eres
ante un espejo
que no devuelve imágenes,
escribir mil profecías,
inconscientes
del principio
del fin.

Impostados,
nos lanzamos al amor
armados de metáforas,
seguros del laurel
y del éxtasis.

Pero el tiempo no se detiene.
El laurel se seca.
El éxtasis se acaba.

El que tiene una ilusión tiene un motivo,
nos dijeron,
perseverad.
Mens sana in corpore sano.
Vitaminas y colágeno.

Y abrazamos todos los clavos ardiendo,
nos sentamos en todas las cunetas
aún sin atrevernos a dejar la carretera,
atenazados por la rabia,
azuzados por el viento.

Me pregunto qué sucederá
cuando estemos demasiado cansados de mirar
y, de tanto esperar, ya no sepamos caminar.
Me pregunto si quiero seguir siendo ceniza
y sólo acierto a responder:
pues venga, ¡otra vez!

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