[Podemos vivir a tiempo, a destiempo, a contratiempo, pero que nunca nos falte un instante para rozarnos y sentirnos humanos, antes de que se nos haga tarde y no nos quede más que el recuerdo de una lágrima.]
Cuando muera, ¿cuántos lloraréis?
Los horizontes lejanos
terminan siempre por acercarse,
por aclararse,
y prometen decepción aciaga.
Descubrimos raudos la función,
aceptamos un rol sobrevenido
y sonreímos,
de pura inconsciencia.
Muertos de ira,
obesos de desidia
y hastiados.
La impostura barroca se ofrece,
seductora.
Vestirse, disfrazarse
y torear de rodillas,
mirando al tendido,
gritando el nombre propio.
Pero los nombres nunca nos pertenecen.
Camináis a mi lado y apenas nos rozamos,
por temor al contagio
y pudor.
¿y si el otro existe y es como yo?
Pronto moriremos,
y a nuestro funeral
acudirá sólo lo vivido,
con o sin lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario