sábado, 9 de abril de 2016

JASP

Mañana será tarde,
me gritaban tus ojos en la última despedida.
Y yo apenas entendía
esgrimiendo mil y un argumentos cobardes.

Mañana no existe, me repito,
caminando cabizbajo,
por las calles sin alma
de una ciudad demasiado gris,
demasiado cruel.

Me detengo ante un escaparate
que devuelve mi propio vacío,
tras apostar a doble o nada
un corazón cerrado por derribo.

El café acorta las noches y alarga los días,
vadeando sueños, oreando rutinas,
el humo vende humo y poesía,
la vida se enquista.
Nada fluye. Todo permanece.

Los seres que me habitan se acostumbran al silencio
y se sientan en corro a verme marchitar.

Ya no prometemos, ya no somos jasp,
murmuro con desdén irónico,
inerte,
en el sofá,
por la libertad de ser tú mismo
pagas con la soledad.

Ya no somos niños, ya aprendimos a no soñar,
a calibrar nuestros desvelos,
a vivir con los pies en el suelo,
y, sin embargo, aún tememos la oscuridad.