sábado, 2 de enero de 2016

Raquel

Hoy quiero ser yo,
ahora que nadie me lee,
y devolverte una sonrisa
que ayer olvidaste a mi lado.

No te veo,
mas te siento latir y derramar,
parapetada en un mundo
que es mío por deseo,
que modelas
haciéndome un hueco
en tu vientre desnudo
y loco de amar.
Y te quiero.

No escondo mis manos vacías,
extraviadas sin tus pechos,
dibujando tu ausencia en el aire,
abrazado a un sueño.

Ni somos relojes de arena
ni podemos perder un tiempo
que solo existe por nosotros.
No se puede huir del deseo.

Nunca Don Juan fue tan hombre,
nunca rindió culto a la verdad
como cuando pronunció tu nombre
y se dejó matar.

Aprendemos el amor cada día,
y empezamos a penas a ser,
y siendo nos sentimos
y velamos nuestro ayer.

Nacer es un terror,
y nacemos todavía.

2 comentarios:

  1. Jamás nadie escribió para mi unos versos tan hermosos.
    Gracias por devolverme la sonrisa, por haber encontrado ese remanso de paz en el que habita tanto amor, gracias por darle ingravidez a los deseos y a los miedos, por destruir -por un segundo- la barrera del dolor.
    Ojalá no tuviera que morir cada día para volver a nacer buscando la sonrisa, la que a veces no es.
    Ojalá pudiera dejar de aprender, dejar de ser, dejar de morir en el miedo de mis días, ojalá no tuvieras más momento que el de buscar la caricia perdida de ese ayer.
    El terror de nacer será eterno, será vida, y mientras me quede un suspiro, esbozaré cubierta en lágrimas la más bella de mis sonrisas, porque tú me la regalaste, porque para siempre es mía y hoy es siempre, todavía.
    En un segundo volveré a nacer y te amaré de nuevo vida mía.

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